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El alcohol, la droga mas consumida por la sociedad...

Todavía mucha gente cree que la adiccion al alcohol es un asunto moral o de carácter, algo que tiene que ver con depravados o con gente sin fuerza de voluntad.
Frecuentemente se cree, de manera errónea, que los adictos al alcohol/Alcohólicos serían capaces de dejar de beber si estuvieran dispuestos a cambiar su conducta. La realidad es que sin la ayuda de especialistas es bastante difícil salir del alcoholismo, la intervención en centros de desintoxicación de alcohólicos mejora notablemente las posibilidades de éxito.

Adicción Alcohol (Alcoholismo).


Por otro lado, muchos creen erróneamente que la adicción al alcohol (alcoholismo) es simplemente un consumo demasiado alto de alcohol, y el alcohólico es adicto simplemente porque ha decidido beber demasiado.
Pero científicos, médicos y psicólogos coinciden de manera contundente en diferenciar el abuso alcohol de la adicción al alcohol.
Las investigaciones demuestran que la adicción, al contrario que el uso o incluso el abuso de alcohol, no es un problema de libre decisión.
La adicción comienza cuando hay un abuso de las bebidas alcohólicas, es decir, cuando el consumidor “decide” conscientemente tomar alcohol de manera repetida y habitual. Esto implica introducirse, en un proceso cualitativa y cuantitativamente diferente, de consumo compulsivo de alcohol y de daño en el tejido cerebral del adicto.

Mientras que el uso y el abuso de alcohol implican un comportamiento sobre el que el individuo ejerce un cierto control, la adicción es algo diferente. Hoy se empieza a entender por qué los alcohólicos pueden sacrificar todo lo que es importante en su vida –sus trabajos, sus familias, sus casas- en la búsqueda y consumo de alcohol. Y se empieza a entender que la adicción al alcohol es un problema de salud pública que afecta a mucha gente y que tiene consecuencias en amplios sectores sociales.

La adicción al alcohol no es sólo un trastorno psicológico ni sólo orgánico, aunque pueda relacionarse también con determinados factores psicosociales.
Esto significa que no puede ser tratada sólo por un tipo de especialista. Tampoco es un problema moral, y por tanto acudir a una iglesia solo puede ayudar para advertir al adicto (alcohólico) que busque ayuda, pero no solo ayuda divina Decirle a un adicto (alcohólico) que el alcoholismo está solo relacionado con el carácter, con problemas emocionales o con dificultades en su familia es erróneo e insuficiente.
Hoy en día se sabe que no existe una personalidad adictiva. Por otro lado, aunque un alto porcentaje de adictos al alcohol (alcohólicos) tienen una predisposición genética a esta enfermedad, la predisposición genética puede ser superada y no es razón fundamental por la que se constituye en adicto al alcohol. En definitiva, La genética es un factor de riesgo, pero no es un destino.

Efectos de la Adicción al Alcohol en los Alcohólicos.
Los efectos físicos a largo plazo son:

• Pancreatitis o inflamación del páncreas.
• Enfermedades del corazón, entre ellas enfermedad coronaria.
• Neuropatías o daños en los nervios.
• Varices sangrantes en el esófago, o venas dilatadas en el tubo que conecta la traquea y el estómago.
• Degeneración cerebral y neuropatía alcohólica.
• Cirrosis del hígado, una enfermedad crónica que causa la destrucción de las células y la pérdida de la función del hígado.
• Presión sanguínea alta.
• Incremento de la incidencia de muchos tipos de cáncer, entre ellos el de mama.
• Deficiencias nutricionales.

Los problemas de salud mental también son comunes cuando hay alcoholismo, con el riesgo de que un trastorno mental puede conducir o reforzar a otro diferente.

La depresión es una causa frecuente de alcoholismo, ya que una persona deprimida busca la manera de salir de sus problemas o un alivio a su insomnio. Desafortunadamente, el propio alcohol tiene efectos depresores, por lo que el problema, lejos de disminuir, se complica.
Otros trastornos psíquicos producto de la adicción al alcohol son:

• Síndrome de Wernicke-Korsakoff's, un desorden neuropsiquiátrico causado por la deficiencia de tiamina, como consecuencia de las carencias nutricionales en alcohólicos.
• Deterioro de la memoria.
• Déficit de atención

Por ultimo, la dependencia del alcohol produce entre otras cosas, daños significativos en otros ámbitos de la vida como el ocupacional, social e interpersonal (con, por ejemplo, disfunción sexual).

LA JUVENTUD
DEL ‘BOTELLÓN’

UN nuevo fenómeno se ha incorporado a la cultura urbana: “El botellón”. Parques y plazas de ciudades y pueblos de la geografía española se abarrotan los fines de semana de jóvenes en busca de diversión, alcohol y música. Muchos ven en el botellón una nueva forma de rebeldía social propia del siglo XXI; mientras que otras voces –vecinos, autoridades, padres...– manifiestan su preocupación y abogan por su prohibición y la búsqueda de otras formas de ocio.




Cada fin de semana más de medio millón de jóvenes cargados de alcohol se apostan en calles y plazas para hacer botellón. Un fenómeno que no es nuevo, pero que recobra interés por la extensión de los macrobotellones, citas masivas para beber organizadas por Internet (conocidas como “webs fiesteras”) o por móvil. Según un estudio del Instituto de la Juventud sobre el ocio juvenil, esta cifra significa que lo practican seis de cada 100 españoles de entre 15 y 29 años.
Lo que más preocupa a las autoridades sanitarias es que el segmento más habituado al botellón es el de los menores de 18 años de ambos sexos: casi la mitad de los jóvenes de esas edades que consumen alcohol lo hacen en la calle. Un estudio de Socidrogalcohol –la sociedad de profesionales que trabajan en adicciones– revela que botelloneros no son marginales.
La mayoría vive en casa de sus padres, estudia en el instituto o la universidad y sus calificaciones son aceptables.
Entre los motivos para salir de marcha, casi un tercio piensa que beber alcohol o hacer botellón es una razón bastante o muy importante. Así lo sostienen 1,7 millones de jóvenes, según la estimación del estudio Jóvenes Españoles 2005, de la Fundación Santa María. A juicio del Instituto de la Juventud, esta actividad es menos habitual en el ocio de los jóvenes que ir de bares (lo hace un 72% de todos los que salen de noche), ir a bailar (57,4%), ir al cine (48,4%), a restaurantes (32,2%) o ir a casa de los amigos (38,21%). En la franja de edad de 14 a 18 años, sin embargo, las cifras aumentan: casi la mitad (un 47,5%) reconoce que bebe alcohol en calles o parques, según la Encuesta Escolar del Plan Nacional sobre Drogas (PND) de 2004.

Barato y de calidad.

Las razones que aducen los jóvenes que practican el botellón –pertenecientes a todas las clases sociales– son, sobre todo, de carácter económico: por el mismo dinero pueden beber mucho más y controlar la calidad de lo que están tomando. Lo viven como un castigo a los locales que dan garrafón –copas con alcohol adulterado de baja calidad– y lo relacionan con socialización: estar con amigos, escuchar música, ligar, bailar, etc. Depende de la localidad, pero, en Madrid cada menor gasta entre tres y cinco euros en alcohol para pasar toda la noche, mientras una única copa en un bar cuesta entre seis y diez euros. “Lo que hay que hacer es una huelga de bares... Si nadie bebe, veréis como abaratan las copas...", propone Gilly en el foro de www.macrobotellon. com, que confiesa estar “tumbada” a la quinta copa. Su comentario podría también colgar de la web www.tioquepedo. com, cuyo saludable lema es “Entre copa y copa, un cubata”.


Se estima que el botellón dura una media de cuatro horas y en su transcurso los botelleros consumen sobre todo combinados (licor de alta graduación con refresco), calimocho (mezcla de vino con coca- cola) y cerveza. Hasta la una de la madrugada ocupan los parques y plazas los menores de 18 años y a esa hora se unen a la fiesta los de 18 a 20 años. Una hora más tarde llegan los mayores de 20 y los más jóvenes regresan a sus casas.
El repetir la ceremonia alcohólica un fin de semana tras otro, explica que los menores calculen con tanto ojo. Para un total desparrame necesitan tres litros por persona de cerveza o calimocho, y si lo que se estila es el whisky, ron o ginebra, una botella y dos litros de refresco para cada dos o tres. De esta manera, el cubata de supermercado sale a euro; y la caña, a 25 céntimos, amén del hielo comprado en la gasolinera y los vasos de plástico.

Los datos espeluznan. El resultado es una intoxicación aguda por alcohol. La embriaguez produce sobre todo un efecto depresivo sobre el sistema nervioso y, por consiguiente, sobre la corteza cerebral. El alcohol es una droga que no se elimina por el sudor ni por el aliento, así que el hígado tiene que metabolizar toda la sustancia. Se encharca en el cerebro y causa males que se dan a los 20 minutos de la primera copa: intoxicación alcohólica, lesiones hepáticas, pérdida de memoria, problemas en la percepción y pérdida de reflejos.



Graves consecuencias.
Si un chico bebe seis cubatas en cuatro horas –un acto muy habitual– lleva en sangre 120 gramos de alcohol, lo que se traduce en una alcoholemia de entre 1,5 y 2 gramos en el hombre y en la mujer de más de 2 gramos. Un estado muy peligroso si maneja su coche: el límite para poder conducir es de 0,5 gramos y para conductores novatos, 0,3; y a partir de los 3 gramos hay riesgo de coma etílico.Las mayores perjudicadas son las mujeres y los bebedores por debajo de los 14 ó 15 años. Ellas por culpa de su constitución: pesan menos y tienen más grasa corporal, un tipo de tejido en el que el alcohol no penetra, por lo que se concentra y tarda en eliminarse. Y en los adolescentes, con un sistema nervioso más inmaduro, resulta más nocivo y entraña un riesgo de adicción mayor. Por eso las autoridades tratan de retrasar la edad para empezar a beber por encima de los 20 años. Pero es un círculo vicioso: los jóvenes asimilan que para hacer amigos, no hay otro camino que tomarse unas copas y cada vez necesitan más alcohol para pasarlo bien.
Las psicosis asociadas al consumo de drogas han aumentado en los últimos diez años, según fuentes de Sanidad

El Ministerio impulsa un nuevo plan para luchar contra el consumo de estas sustancias.Fecha de publicación: 26 de marzo de 2005
Entre 1993 y 2002 los ingresos hospitalarios por psicosis provocadas por el consumo de drogas, incluido alcohol, aumentaron un 103%. Si se resta a la cifra las hospitalizaciones por drogas "ilegales", pero excluyendo al alcohol, la subida se eleva a un 420%.
Los porcentajes, aún siendo muy significativos, marcan una tendencia clara, que es una mayor utilización de las drogas aunque las cifras que estén detrás de ellos sean relativas.
Así, el porcentaje del 420% se referiría a 383 pacientes en 1993 frente a 2.000 en 2002, mientras que el del 103% respondería a un total de 2.726 hospitalizaciones hace tres años. "No es similar a la época de la heroína a principios de los ochenta, pero es igualmente preocupante", dice Fernando Lamata, secretario general del Ministerio de Sanidad
Lamata tiene claro que estas cantidades marcan una tendencia, que "es lo que nos preocupa". Lo mismo ocurre con las cifras de altas hospitalarias por consumo de drogas, que pasan de 22.209 en 1993 a 26.007 en 2002. "Son cifras infravaloradas, creemos que todavía son mayores", cree Lamata, porque quedan por analizar los informes de la asistencia ambulatoria.
Estos hechos, a los que se suman las cifras que dan los estudios del cada vez mayor consumo de drogas entre los jóvenes, han llevado al Ministerio a modificar la política contra las drogas. Desde Sanidad se está impulsando un nuevo plan estratégico. En su desarrollo se sigue apostando por la prevención, pero también por la colaboración con los hosteleros y los propietarios de espacio de ocio de fin de semana donde se concentran los jóvenes. El Ministerio, según Lamata, negociará con las asociaciones de hosteleros para lograr su colaboración en el desarrollo de inspecciones y en impedir la venta de drogas en el interior de sus establecimientos.
Igualmente, el Ministerio de Sanidad quiere que las Fuerzas de Seguridad del Estado presten mayor atención al tráfico de drogas a pequeña escala. "Tenemos que priorizar acciones ejemplarizantes o lo que se demuestre que es esencial, como la continuidad de las medidas", declara el secretario general del Ministerio.
Otro de los elementos en los que se sostiene el nuevo plan contra las drogas es la información. "Está llegando de forma muy desigual, se trata de que exista un nivel de información sobre drogas suficiente en padres y familias con hijos por encima de diez años". Para ello, el Ministerio ha cerrado acuerdos con la Asociación de Editores de Diarios Españoles, productores televisivos y directores de programas radiofónicos, entre otros, para "evitar mensajes negativos en los medios".
Estas políticas, que intentan reducir las prevalencias de consumo, tendrán apoyo también en las redes educativa y sanitaria, todo ello en coordinación con las comunidades autónomas. "No queremos duplicar las acciones de los gobiernos autonómicos", sino apoyarlas,. La misión de la asistencia primaria de la red sanitaria será determinar "la población diana" de 10 a 18 años que puede estar en situación de riesgo, para así hacer un seguimiento continuo.